sábado, 1 de noviembre de 2014

BLAS DE LEZO, UN GRAN HOMBRE PARADOJICAMENTE APODADO MEDIO HOMBRE.

Lo fácil estos días es abundar y escribir sobre las pillerias del pequeño Nicolás, personaje tan pintoresco como simpático y audaz, que por lo que conoce solo embaucado a un puñado de empresarios y políticos, que supongo querían comprar duros a tres pesetas, al estilo de los clásicos de nuestra más rancia tradición picaresca, tan ingenioso como Francisco Paesa y otros. También podría escribir sobre los beneficiarios/beneficiados de esa suerte de tarjetas de Bankia, tan parecidas al rasca de la ONCE pero con premio garantizado y a discreción, o la trama catalana de los Pujol, Mas y Trias, al parecer; o sobre la nueva trama corrupta encabezada por Francisco Granados y Cia., destapada en la operación púnica, pero esto es todo mas de la misma nauseabunda lacra de la corrupción instalada en nuestro país, y que afecta tanto a políticos, sindicatos , empresarios y que en nada contribuye a construir una sociedad seria y motivada para afrontar el futuro.

Pero hoy quiero jugar a la contra, es tanto el asco que nos producen cada día la sarta de nuevos escándalos de corrupción, a lo por cierto ya dedique una entrada en enero de 2013, http://aurbanomiopinion.blogspot.com.es/2013/01/de-la-picaresca-de-rinconete-y.html,  creo que merece la pena y el esfuerzo rescatar del olvido a grandes hombres honrados, a veces héroes anónimos u otros que pudiendo haber tenido un digno lugar destacado, sin embargo maltratados por la historia y sus propios coetáneos, pauta que se repite con bastante  mas frecuencia de lo debido en la historia de nuestra vieja y sufrida piel de toro.

Blas de Lezo, también apodado medio hombre, no por su falta de valía y carácter , sino por que perdió una pierna, un ojo, y tenia un brazo inutilizado por diversas heridas en batalla, nació en Pasajes en 1687 y murió en Cartagena de Indias el 7 de septiembre de 1741.



Se educó en  Francia y  en 1701 embarca en la escuadra francesa, como guardiamarina. El joven Lezo, a la temprana edad de 17 años ya perdió una pierna y cuentan que se la amputaron sin derramar una sola lágrima. Con solo 23 de edad, fue ascendido a capitán de fragata en la escuadra de Andrés del Pez, llegó a hacer once presas, la menor de 20 cañones, y una de ellas la del navío Stanhope, recibiendo nuevas heridas en éste combate. Ascendió a capitán de navío en 1712, y al año siguiente tomó parte en las operaciones del segundo ataque a Barcelona, cercada por tierra por el duque de Berwick, teniendo varios encuentros con el enemigo, en uno de los cuales recibió otra herida que le dejó inútil del brazo derecho.

Desempeñó la comandancia general del departamento de Cádiz; al año siguiente (1735) fue llamado a la corte y, en ella permaneció muy poco tiempo pues él mismo decía "que tan maltrecho cuerpo no era una buena figura para permanecer entre tanto lujo y que su lugar era la cubierta de un buque de guerra, pidió el consiguiente permiso al Rey y éste se lo concedió" ya de regreso en el Puerto de Santa María, el 23 de julio de 1736, fue nombrado comandante general de una flota.

Salió con su flota el 3 de febrero de 1737, llegando a Cartagena de Indias el 11 de marzo, quedando de comandante general de aquel apostadero, tan importante para la defensa del mar de las Antillas. En noviembre de 1739, ya declarada la guerra con el Reino Unido, tuvo noticias que en Jamaica se estaba alistando una importante expedición con fuerzas de desembarco que llegaban de Europa. La empresa en que pusieron mayor empeño los británicos fue  la de Cartagena de Indias, que para la ocasión los británicos habían armado la mayor flota nunca conocida antes con casi 200 buques y casi 30.000 hombres al mando del almirante Vernon, muy superior al conjunto de la flota que participó por ambos bandos en la Batalla de Trafalgar, que no seria superada hasta dos siglos después en el desembarco en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial.

La defensa de Cartagena de Indias a cuyo mando se encontraba Blas de Lezo, apenas disponía de 6 buques y 3.600 hombres. El Gobernador de la plaza había muerto el 23 de febrero, por lo que el general Lezo tomó todas las disposiciones conducentes a la defensa. Esta plaza como todas las de América, estaban muy abandonadas,  la artillería de la plaza  estaba dotada de cañones incapaces de disparar diez tiros, sin repuesto de balas y tan sólo con 3.300 libras de pólvora.



Iniciada ya la defensa de Cartagena, por Blas de Lezo, se personó en Cartagena el virrey del Nuevo Reino de Granada, Sebastián de Eslava, general navarro  acreditado por su valor y por su inteligencia, aunque con menos méritos que Lezo y que llegó al cargo por componendas políticas. Entre él y Lezo tomaron las medidas, de mar y tierra, conducentes a la defensa, si bien Eslava se encontraba reacio a ello, como acreditan las quejas de que Lezo expuso posteriormente para que, por el marqués de Villadarias fuesen elevadas al Rey. Acusa a Eslava entre otras cosas de poca previsión en el acopio de víveres, así como de que despreciaba los avisos del ataque, que se proyectaba, que a Lezo daban sus espías y que después la experiencia demostró tan oportunos.

No obstante las diferencias que  hubo durante el trascurso de los acontecimientos no hacían mas que acrecentarse, pero obedientes ambos a las órdenes que tenían de colaborar, en todo momento, una vez empezó el ataque, mantuvieron una buena coordinación de esfuerzos, pese a las maniobras de Eslava. Lezo puso su alma en la empresa e imbuyó el mayor entusiasmo a su gente, que fue la que llevó casi todo el peso en el combate, pese a que por los celos y envidia de Eslava, este lo destituyera del mando de la defensa de Cartagena, para luego reclamar su colaboración de nuevo, lo que daría supondría finalmente  el éxito de la defensa y la huida de los ingleses por años.



Finalizada la contienda con el reconocimiento de Lezo por la población, aumentaron los celos de Eslava, quien finalmente como virrey, consiguiera la destitución de Lezo ya muy maltrecho, enfermo, y sin recursos, el cual muere en Cartagena el día antes que le fuera comunicado su cese por el rey Felipe V.



Lo curioso de esta batalla,  llamada por los ingleses la guerra de la oreja Jenkins y de este héroe, no es que en Inglaterra se prohibiera bajo pena de muerte citar este episodio desastroso en su historia, sino como suele ocurrir en nuestra España, como ocurrió en su época,  ya no porque los ingleses se encargaran de silenciarla, sino como siempre que aquí  no haya sido rescatada, llegando hasta el punto que se desconoce el lugar de su enterramiento,  que murió en la indigencia y que su honor no fuese  repuesto hasta 1760 por Carlos III, casi 20 años después de su muerte por las gestiones en su defensa que realizaran sus hijos.

Pese a lo desconocida de esta historia en España y su héroe anónimo, lo que supuso que nuestro país retuviera el dominio marítimo mundial por casi un siglo más, la marina inglesa solía rendir salvas de homenaje a Blas de Lezo, cuando sus barcos se aproximaban a la localidad natal de Lezo, al que denominaba "el fiero D. Blas", el cual en cualquier otro país seria un héroe nacional y tendría una calle en cada ciudad, cuando este solo la tiene en su localidad natal y tres ciudades mas.



Les recomiendo la lectura de el Libro de J.Perez Foceca "El héroe de Caribe", novela con fuerte rigor histórico que narra la proeza del Almirante de la flota española  Blas de Lezo, y por cierto menos fotos si visitamos Londres en la plaza de Trafalgar.Hoy día todavía pasarán a la historia y retenemos mas presentes en nuestra memoria, las travesuras del Dioni, Mario Conde, Luis Roldan, Diaz Ferránd, Blesa, Barcenas o el pequeño Nicolás etc, y sin embargo quedan en el olvido verdaderos grandes hombres, cuyo reconocimiento y ejemplo de servicio serian más edificantes para restaurar la minada moral del pueblo español.

No quiero ni pretendo que esta entrada resume tintes de ensalzar una gran gesta militar, que sin duda lo fue, ni que se me tilde de patriotero si no de sacar a la luz la dignidad y el trabajo abnegado, de muchos hombres y mujeres de este país, con fuerte vocación de servicio publico, que han desempeñado y desempeñan su trabajo por encima de la ineptitud de sus mandatarios, que nunca ocuparán portadas en la prensa, ni se harán ricos y que ocasiones languidecen en sus carreras hasta relegados hasta la ignominia, sin alcanzar nunca reconocimiento alguno por su excelente labor, así nos va.





Antonio Urbano Mármol.