La
anunciada a bombo y platillo, reducción
del paro registrado en las oficinas del SPE (INEM) en el mes de agosto de 2013,
en 31 persona, cifra absolutamente exigua, no es como para tirar las campanas
al vuelo, aunque bien es cierto que rompe una tendencia que aumento
continuo de esta cifra y que para encontrar un situación de signo similar hay
que remontarse al mes de agosto del año 2.000, sitúa la cifra de parados registrados a finales de agosto en
4.698.783 personas, de los cuales el 64,54% son aquellos que tienen algún
tipo de cobertura o subsidio.
Algunos miembros del Gobierno se ha apuntado
rápidamente a vendernos este “brote
verde”, como si se estuviera obrando el milagro del inicio de la recuperación,
sin embargo pese al cambio de tendencia de esta cifra, la Seguridad Social
perdió 99.000 afiliados solo en este pasado mes de agosto y casi 570.00
respecto a agosto de 2012, lo que da una cifra más real de la continua
destrucción de empleo que se sigue produciendo en nuestro país.
No obstante, en honor a la verdad, no todos los
miembros del ejecutivo se ha sumado a esta ola de optimismo enfermizo y
zapateril del espejismo de 31 parados
menos (tantos como días tiene agosto). Así Luis de Guindos, más realista que sus compañeros de filas, afirma que hemos tocado
fondo, o lo estamos tocando. Con lo
cual habría que no confundir un brote verde de nuestra maltrecha economía, con
el verdín del fondo del pozo cuando se llega a lo más profundo del mismo.
Las medidas económicas no están dando los resultados
esperados, llevamos siete trimestres consecutivos de recesión (tasas negativas
en el crecimiento del PIB, tanto en términos interanuales como intertrimestrales),
aunque se observe una suavización del deterioro. El avance del segundo
trimestre de 2013 señala todavía un decrecimiento del 1,6% en términos
interanuales.
Están aumentando las
exportaciones, por una competitividad
ganada a partir de la reducción de los salarios en España, pero el consumo
sigue cayendo, mientras, el resto del mundo está en una fase de crecimiento,
como reconocía el presidente del Gobierno ante sus socios comunitarios
recientemente. La falta de crédito al consumo y a las empresas, sigue siendo un
escollo para fomentar el crecimiento, la creación de empresas sigue parada,
mientras que los procesos concursales y de cierre de empresas siguen en
aumento. Salvo determinados sectores
como el automóvil, gracias a las ayudas gubernamentales, y a las ventas al
exterior crecen las ventas, los precios de las viviendas y las ventas de las
mismas siguen cayendo, al igual que se produce en la mayoría de los sectores.
Un
cierto aumento de las exportaciones no es para tirar cohetes. Es habitual en las recesiones,
consecuencia del menor consumo interno y las reducciones salariales. Ha
mejorado la competitividad, lo cual se refleja no solo en menores costes de
producción, sino también en aumentos de calidad. Lo fácil es recurrir básicamente a la reducción de los costes de los
factores, y en concreto al factor trabajo vía reducciones salariales. Que
es lo que en buena parte está ocurriendo.
Respecto al déficit público hay que decir
que detrás del gasto público hay
personas que lo gestionan y, por tanto, responsables de hacerlo eficientemente
o con despilfarros, como detrás de las buenas ideas hay empresarios, personas
creativas y buenos gestores.
También estamos asistiendo a una
verdadera fuga de capital humano, un gran numero de nuestros jóvenes bien
formados y con titulaciones universitarias o investigadores, se están viendo
obligados a emigrar, en ocasiones para nutrir de mano de ora barata a otros
países europeos, en algunos casos para desarrollar su profesión y en otros para
obtener un minijob, en cualquier sector (hostelería, comercio etc.), con un
coste humano y económico que debería hacer sonrojar a nuestros gobernantes.
Es necesario apostar por la I+D, pero
como herramienta para mejorar la competitividad. Al mismo tiempo hay que
recuperar el protagonismo del sector industrial como motor de crecimiento y
creación de empleo sólido. Hay subsectores con grandes posibilidades; este es
un tema clave que requiere de una más profunda reflexión y extensión y no de
políticas dubitativas y erráticas como ha ocurrido con las energías renovables.
El papel del Estado es clave, pero no
para intervenir en los mercados sino regularlos y hacerlos realmente eficientes.
Hay que exigirle que se liberalicen más los mercados eléctricos, del gas, combustibles,
de las telecomunicaciones y de otros oligopolios para reducir costes de
producción. También es el Estado quien ha de eliminar burocracias innecesarias
para que se pueda interactuar con la administración de forma más eficiente.
Pero también priorizar el gasto en I+D, con oferta pública de empleo incluida,
en caso contrario, el acceso a la economía del conocimiento estará cada vez más
lejos.
Parece que estamos instaurados en un
círculo vicioso: donde aumentan los tipos impositivos, disminuyen los salarios
y la renta disponible (para consumir o invertir), cierran empresas, se sigue destruyendo
empleo (incluso en agosto que aunque no suba el paro registrado la afiliación a
la Seguridad Social desciende) y en consecuencia menos consumo de las familias,
mientras asistimos a subidas de los productos básicos como la luz eléctrica,
autorizados por el gobierno, o los combustibles (supuestamente liberalizados
pero con mas trampas en la fijación de precios que una película de chinos).
Habrá que esperar a que las cifras de la
EPA (Encuesta de Población Activa) del tercer trimestre al año, nos arroje una
nueva visión mas realista sobre la situación del mercado de trabajo, pues es
conocido que el Paro Registrado ya no es
una cifra fiable, para medir el tono del mercado de trabajo, por mucho que
se empeñen las autoridades en hacernos creer que este dato de agosto es un brote verde.
Desde que dejo de ser obligatoria la
necesidad de inscripción en las oficinas del INEN o mejor dicho Servicios
Publico de Empleo Estatal, para realizar contrataciones, varios motivos del
propio funcionamiento del mismo hacen que estas cifras no reflejen la situación real del mercado de trabajo,
pues solo tienen obligación de estar inscritas aquellas personas que perciben
algún tipo de prestación o están insertas
en acciones formativas. Pero lo más importante y la realidad es que tampoco se
presentan ofertas de empleo para su cobertura a través de estos servicios.
Por mi experiencia laboral en dicho
servicio público (SAE), les puedo decir que si ya épocas de crecimiento, es
decir anteriores a la actual crisis, ya era complicado captar ofertas de empleo
por estos servicios públicos, ahora que no existen las expectativas para los inscritos son
prácticamente nulas. Para ilustrar esta afirmación les diré que con datos de
los años en que existía creación de empleo, solo en el 7% de los procesos de
selección que realizaban las empresas se recurría a reclutamiento externo (intermediación), es
decir consultorías de recursos humanos, ETT, Agencias de Colocación, portales
de empleo etc., y aunque los Servicios Públicos tenían una cuota del 60% de ese
porcentaje del 7%, en definitiva solo el 4-5% de las ofertas de empleo se
tramitaban y cubrían utilizando los Servicios Públicos de Empleo. Siempre han
funcionado en nuestro país mas los métodos “caseros”, dicho sea de paso de
dudoso rigor a la hora de realizar selecciones, pero se recurría normalmente a
conocidos, al boca a boca, anuncios directos en prensa, o en los propios
locales de las empresa.
Estos motivos son suficientemente ilustrativos para demostrar que solo los desempleados que por alguna circunstancia obligatoria o legal tengan la necesidad de inscribirse como “parados registrados”, acudan a en engrosar las listas del INEM, no pensando en que ello les vaya a reportar un posible empleo.
Estos motivos son suficientemente ilustrativos para demostrar que solo los desempleados que por alguna circunstancia obligatoria o legal tengan la necesidad de inscribirse como “parados registrados”, acudan a en engrosar las listas del INEM, no pensando en que ello les vaya a reportar un posible empleo.
Quiero advertir que no estoy en contra
del funcionamiento y la existencia de un servicio público de empleo, pues estos proporcionan unas mayores
garantías legales y dichos servicios, han experimentado importantes mejoras
tecnológicas y de funcionamiento, en las cuales se debe continuar, aunque la vocación de este Gobierno, vayan
encaminadas hacia la liberalización y su privatización, con lo que
perderán aun mas su efectividad y por lo tanto a que estos disminuyan la
percepción por parte de los demandantes de que por dicha vía les podrá venir
una oferta de empleo. Hoy por hoy no todos los que pierden su empleo o no lo tienen recurren a la búsqueda a través de los Servicios Públicos, créanme que me gustaría ser mas optimista, pero esta enferma maltrecha y disminuida, que es nuestra economía, mantiene aun sus constantes vitales bajo mínimos y el la UVI, que un día amanezca con una décima menos de fiebre, no quiere decir que ha iniciado su mejoría, de ahí a que todos los indicadores habituales comiencen a mostrar signo positivo y a que se cree de nuevo empleo queda un trecho importante, así que mas
prudencia en no vendernos el verdín del fondo del pozo o los helechos que crecen también en su umbría mas profunda con un brote verde, por favor.
Antonio Urbano Mármol
Economista, Investigador y Profesor Honorario de la Universidad de Sevilla.
Máster en Alta Dirección de Instituciones Sociales por el Instituto Internacional San Télmo.
Diplomado en Procesos y Planificación del Desarrollo (ILPES, CEPAL, IEHA)
Diplomado en Procesos y Planificación del Desarrollo (ILPES, CEPAL, IEHA)
Funcionario de los Cuerpos de Gestión Financiera y del Cuerpo Superior de Administradores Generales de la Junta de Andalucía.
Jefe de Servicio de Intermediación Laboral del Servicio Andaluz de Empleo (2007-2010)